domingo, agosto 26, 2007

Soliloquio nocturno

Soliloquio nocturno

A veces me van pasando las noches,
con la ajetreada tarea de llevar tu cadaver en mis brazos,
y la luna sonriente dibujando un aneurisma en mi cerebro fatigado.
Son muchas las horas que he recorrido este camino tambaleante.
Vuelvo repitiendo los sueños, como si fueran sólo eso,
y allá voy mirando como pasan los cuerpos en su danzante teatrina universal.
No hace mucho que vi las llagas de un corazón destrozado,
cuando noche tras noche, vida tras vida,
me voy repitiendo que a base de arañazos,
he roto ya la marca y la moral, de lo que se refiere a besar muchos labios.
Parece que practicase el deporte de romper los corazones por doquier.
Parezco ya haberme convertido, en el fantasma de mis pecados,
en la quimera de mis placeres, que despiertan muy temprano,
a joderse al mundo otra vez. ¿Y para qué?
Son tantos los sueños que he dejado, tantas las veces que mi
cuerpo ha huído de los menesteres del amor,
que hoy que me veo a mi mismo monologando,
ante la inminente fatiga del dolor
(120 horas sin marcar la diferencia)
me encuentro oxidado de la perdida del calor de otro cuerpo más.

(Nadie, nunca nadie ha sido en mi historia sólo otro cuerpo más)

...Escucha, claramente, que el peor pecado de un poeta, es saberse perdido,
y no querer pararse a luchar...
(En este sentido todos los humanos somos poetas, en este sentido,
todos los poetas son demonios. Y así hasta que no puedas más...)

A veces me van pasando las noches,
con latas de alcohol sobre la ventana,
y soliloquios nocturnos por las tardes.
Así, en veces, despierto a las 10 de la mañana con la luna en la cara,
y el sol tomando una siesta sobrenatural.
Y todo esto, para que encuentres,
que ya no eres nadie,
desde que no hay nadie más.

Aquí debería haber alguien más.

Y no está...

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