domingo, agosto 26, 2007

De cielos y verdades

Había noches, y cielos estrellados,
que se asomaban con su luna cacariza,
y llena de verdades.

¿Dónde quedó aquel cielo que vimos,
oculto entre los escombros,
de nuestra propia destrucción?

En días como estos me creo el cuento de que nunca existimos.

¿Dónde estás ahora para darme mi respuesta?

...y hacerme llorar como un niño.

Yo te espero

Te espero en el portal que divide nuestras historias,
donde el futuro se ríe de mi.
Y a carcajadas me da un beso en donde más me duele.

Te espero aquí, donde nunca llegas, donde no vienes,
donde solo alcanzas a arañarme el corazón.
Sin besos.

Te espero y no te espero, porque no sé quien eres,
porque aún a estas horas de la noche,
no te encuentro.

Aquí te espero.

Te espero y maniato tu olvido,
aquí donde me enamoro de tu cuerpo,
del recuerdo de tu beso.

Te espero, y se burlan de mi los momentos.

No estás mirando, y en cambio,
allá al frente se burlan de mi los años,
los cuerpos voluptuosos,
encerrados en cristal.

Te espero y me obsesiono con tu idea,
con tu nombre inventado,
y lleno de momentos.

Aquí te encuentro.

Donde nunca estuviste, por partir, por la inercia del momento,
donde no hay veredas, solo hay sueños.
Y todo siempre se reduce a eso.
A esto.
A lo nuestro.

Yo te espero.
No lo olvides.
Yo te espero.

Habría que cambiar el amor

Habría que cambiar el amor,
y hacerlo despertar muy de mañana,
antes de que salga el sol.

Habría que cambiar el amor,
por una daga menos hiriente,
o tal vez, un corazón más valiente,
que sin dudarlo, le hiciera frente al desamor.

Habría que cambiarse el corazón.

Habría que cambiar el amor,
por una sopa caliente en las mañanas.
Habría que cambiar el amor.

Imagínate enamorada

Imagínate desnuda,
por la mañana,
recorriendo despacio mi cuerpo helado,
con la sonrisa dibujada.
Imagina que no espero nada a cambio.

Imagínate olvidada,
con la mirada perdida en el horizonte,
con la tacita de té tambaleando,
y llorando, tu cuerpo siempre despertaría llorando.

Imagínate enamorada,
con el cabello enmarañado,
despertando sobre mi almohada.

Ahora imagínate soñada...

Justo como estás aquí.

Soliloquio nocturno

Soliloquio nocturno

A veces me van pasando las noches,
con la ajetreada tarea de llevar tu cadaver en mis brazos,
y la luna sonriente dibujando un aneurisma en mi cerebro fatigado.
Son muchas las horas que he recorrido este camino tambaleante.
Vuelvo repitiendo los sueños, como si fueran sólo eso,
y allá voy mirando como pasan los cuerpos en su danzante teatrina universal.
No hace mucho que vi las llagas de un corazón destrozado,
cuando noche tras noche, vida tras vida,
me voy repitiendo que a base de arañazos,
he roto ya la marca y la moral, de lo que se refiere a besar muchos labios.
Parece que practicase el deporte de romper los corazones por doquier.
Parezco ya haberme convertido, en el fantasma de mis pecados,
en la quimera de mis placeres, que despiertan muy temprano,
a joderse al mundo otra vez. ¿Y para qué?
Son tantos los sueños que he dejado, tantas las veces que mi
cuerpo ha huído de los menesteres del amor,
que hoy que me veo a mi mismo monologando,
ante la inminente fatiga del dolor
(120 horas sin marcar la diferencia)
me encuentro oxidado de la perdida del calor de otro cuerpo más.

(Nadie, nunca nadie ha sido en mi historia sólo otro cuerpo más)

...Escucha, claramente, que el peor pecado de un poeta, es saberse perdido,
y no querer pararse a luchar...
(En este sentido todos los humanos somos poetas, en este sentido,
todos los poetas son demonios. Y así hasta que no puedas más...)

A veces me van pasando las noches,
con latas de alcohol sobre la ventana,
y soliloquios nocturnos por las tardes.
Así, en veces, despierto a las 10 de la mañana con la luna en la cara,
y el sol tomando una siesta sobrenatural.
Y todo esto, para que encuentres,
que ya no eres nadie,
desde que no hay nadie más.

Aquí debería haber alguien más.

Y no está...